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Querido convivencias:
La idea de escribir estas líneas surgió una y otra vez durante todo este año. Lo que me motivó a hacerlo fue siempre la necesidad de agradecerles; agradecerles enormemente por haberle brindado tonto a Mili durante estos años. Mi hija entró a Convivencias siendo un bebé de dos añitos y hoy ya es una nena de seis años que en el Jardín pudo descubrir sus gustos, sus virtudes, sus posibilidades y limitaciones. Ser padres es una tarea difícil; en mi caso particular la inseguridad y la culpa me juegan malas pasadas. Pero siento que haber elegido este jardín fue una de las mejores decisiones que tomé. Yo pasaba casi a diario por la puerto de Convivencias; Mili todavía paseaba en cochecito, y Luchi muy cómoda en mi panza, yo siempre pensaba “tengo que conocer este lugar”, hasta que un día me decidí; todavía recuerdo el entusiasmo y la energía que me transmitió Mónica en la charla que tuvimos: yo comencé gimnasia para gestantes estando embarazada de Lucía y al año siguiente Mili entro a la Sala de los Solcitos.

A partir de ahí se me vienen una catarata de recuerdos hermosos: desde aquel pedacito de cinta naranja que nos regalaron ese Marzo de 1998 y que todavía conservamos, del mate de cada mañana en la prolongada adaptación a Sala de dos años, la primera vez que Mili cantó solita Hola! Hola! para vos y para mí; la cara de los chicos cuando Tere se apareció con Serafín en la sala, el cafecito de cada reunión de padres, la bicicleteada del primer día de la primavera, y millones de buenos recuerdos que nos alegraron en estos años. Convivencias formó parte de nuestra vida familiar desde aquel entonces, no hubo juego, charla o anécdota de mis hijas donde no se nombrara al jardín. Ellas lo sienten como su hogar, un lugar seguro donde se sienten por sobre todo amadas y respetadas, y donde cada una ocupa un lugar irremplazable. Nosotros fuimos testigos del crecimiento de Convivencias .y muchas veces sentí nostalgia de los primeros tiempos en los que éramos poquitos y eso nos permitió conocernos y unirnos como el Grupo Pionero del Jardín, pero no puedo dejar de sentir alegría de ver a nuestro jardín como lo que es hoy. Ayudar a Mili a despedirse es difícil, mucho más de lo que me había imaginado; pero el primer hijo nos pone a prueba constantemente y aquí estamos con Sergio alentándola y apoyándola lo mejor posible. Sabemos que el año próximo comienza una experiencia hermosa, pero desconocida, aunque tengo la seguridad que el camino recorrido en, Convivencias nos deja una hermosa experiencia, de esas que necesito el alma para hacerse fuerte y segura y poder vivir con libertad todo lo lindo que nos espera. De Convivencias nos llevamos la alegría y sonrisa eterna de Teresa, la voluntad y el orgullo por los Mosqueteros de Lore Ruiz, lo seguridad, la claridad, la confianza y la sensibilidad de Lore Vega, de Mónica un buen ejemplo: cuando se quiere se puede, y se pones el corazón en lo que haces seguro que sale mejor, de Alicia su entrega al jardín, su capacidad, su facilidad para expresarse y su eterna buena onda. Para Gabriela, Javier, Memé, Mirta, Ivana, y Mariana un Gracias enorme porque cada uno en lo suyo le dedicó lo mejor de sí a los chicos: a Silvia, Delfina, Sonia y a todos los que pasaron por el jardín y ya no están quisiera agradecerles por el cariño y la sonrisa de cada mañana.

Las palabras finales son los más difíciles, no quisiera un adiós para despedirme sino un hasta pronto, quizás se pierda lo cotidiano de estos años pero queda un sentimiento que lo vamos a guardar para siempre y que va a hacer que nos volvamos a ver cada vez que el corazón nos lo pida. Los queremos enormemente.
Familia Staciuk. (perteneciente al grupo fundador del jardín 1998-2001)
 
   
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